Si aún no has visto Black Mirror y te interesa todo lo relacionado con la Era de la Comunicación, será mejor que dejes de leer este post aquí mismo porque la serie corre serio riesgo de destripe en los párrafos venideros. Pero es que me interesa hacerle un huequito a Black Mirror en el blog, que lo decore y de paso quede reflejada de alguna manera una invitación a verla y a pensarla. Su creador es Charlie Brooker, un columnista de The Guardian, que nos ofrece tres capítulos totalmente independientes entre sí, cuya relación argumental se reduce a que todos ellos suponen un ejercicio reflexivo sobre tecnologías de la comunicación y ser humano.
Sin duda lo consigue. Suscitar reflexión, digo. No ya sólo porque navega por esos lugares comunes que tanto nos interesan a aquellos a los que nos llama todo lo relacionado con la comunicación digital (redes sociales, identidad digital, control mediático, multipantallas, hipermediaciones etc.) Sino porque tras el visionado de cada uno de los episodios uno se queda pegado al sillón, a medio camino entre el agradable regustillo que deja la sorpresa de haber disfrutado de algo impactante y bien facturado; y cierta inquietud producida por el desasosiego de intuir estar viendo algo no tan lejano a las posibilidades futuras. Y de ahí viene el título del post. ¿Estamos ante simple fabulación? ¿Se le fue la mano a los guionistas como agoreros? ¿O realmente te acabas de tragar tres pastillas rojas, de ésas que ofrecía Morfeo a Neo en Matrix, del tirón y sin agua? Sigue leyendo